¿De dónde proviene la vida?

Hay dos clases de vida: La vida terrenal y la vida espiritual. La gente del común sabe de qué se trata la vida material porque la experimentan cada día, pero no saben nada de la vida espiritual que es eterna a diferencia de la terrenal y que Dios está decidido a concedernos esa vida eterna si buscamos su presencia.

Texto:  Amos 5:4.

Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis”.

CONCLUSIONES.

El ser humano está conformado por tres partes: Cuerpo, alma y espíritu.  El cuerpo es temporal, dado que lo recibimos de Dios para cumplir unos propósitos aquí en la tierra; por lo tanto, su rango de vida es terrenal, o sea que vivirá mientras esta tierra exista y si las condiciones de salud de la persona se lo permiten o hasta que Dios tenga planeada su existencia.

En la vida terrenal, hay algo latente como los latidos del corazón o el movimiento del aire en las vías respiratorias; así mismo hay muchas cosas que funcionan porque se trata de un cuerpo con todos sus miembros que se mueve, respira, palpita, come, duerme, camina, se ejercita, trabaja, estudia, siente frío o calor, siente tristeza o alegría, etc.

Y juntamente con este cuerpo está el alma y el espíritu que pueden fluctuar entre dos estados: Muertos o vivos; lo que quiere decir que, si están muertos, están separados de la presencia de Dios, dado que Dios es vida (y sin esa vida solo reina la muerte); o que pueden estar vivos espiritualmente, si la presencia del Espíritu Santo de Dios está en sus corazones.

El cuerpo físico se va desgastando a medida que transcurre la vida, mientras el hombre interior se va fortaleciendo (si anda en la fe que es en Cristo Jesús): “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”.  2 Corintios 4:16

Entonces una persona aquí en la tierra está viva como carne que es; pero espiritualmente podría estar viva o muerta para Dios; y también luego de la muerte física, solo puede existir vida o muerte espiritual, tanto así que si la persona murió con Cristo en el corazón, los ángeles de Dios lo llevarán al paraíso terrenal; mientras que si murió alejado de Dios; es decir, que ya estaba muerto espiritualmente, entonces al momento de su muerte será recogido por demonios quienes lo llevarán al infierno, donde será atormentado mientras llega el juicio final y luego del juicio será echado al lago de fuego y azufre: “y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”. Juan 5:29.

He aquí el misterio de la muerte primera y la muerte segunda. La primera es la condición en que se encuentra hoy la mayor parte de la humanidad que no han llegado arrepentidos a la presencia de Jesucristo, ni le han recibido como su señor y salvador. A estos que hoy están muertos espiritualmente, luego de la muerte física les espera otra muerte que significa estar apartados de Dios para siempre y que trae como consecuencia el estar sufriendo en el lago de fuego y azufre por una eternidad.

Y todo aquel que se arrepiente y recibe a Jesucristo como su señor y salvador, pasará de muerte a vida y de por sí ya estará gozando de la comunión permanente con Dios estando aún sobre la tierra. Estos son los que han nacido de nuevo, que son nuevas criaturas aptas para entrar al reino de los cielos y que también son los verdaderos hijos de Dios. Estos, una vez mueran físicamente y llegado el tiempo, resucitarán con cuerpo inmortal con el cual podrán habitar en la presencia de Dios y luego del juicio final, entrarán a la gran ciudad, la Nueva Jerusalén, donde morarán por una eternidad rodeados de amor, gozo y paz: “Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección”. Lucas 20:36.

Para evitar esas dos realidades catastróficas (la muerte primera y la segunda) es que Dios nos dice: “Buscadme, y viviréis”. Y si el hombre le busca de corazón, entonces hallará vida para su alma y su espíritu mediante Jesucristo el hijo de Dios, quien es el origen de la vida; tanto aquí en la tierra mientras espera la redención de su alma, como también allá en el cielo cuando esté revestido por un cuerpo totalmente inmortal e incorruptible: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Juan 14:6.

También Dios es el creador y sustentador de la vida material, pues un cuerpo sin el soplo del Espíritu de Dios no podría vivir: “El espíritu de Dios me hizo, Y el soplo del Omnipotente me dio vida”. Job 33:4. Y esta vida material está disponible tanto para los pecadores como para los hijos de Dios, pues a ambos les debe dar vida física, para poder que cumplan con el propósito de su existencia aquí en la tierra.

En síntesis, los que siguen pecando están muertos espiritualmente y en términos prácticos quiere decir que son cadáveres que deambulan por las calles y cuando el alma y el espíritu de estos muertos reciben el veredicto de castigo en el juicio final, entonces la segunda muerte tomará posesión de ellos: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. Apocalipsis 21:8.

Estimado hermano y amigo, ¿Aún no le parece que es mejor la vida que la muerte? Si quieres la vida, entonces debes buscar de Dios y su hijo Jesucristo quien murió en la cruz del calvario y derramó su sangre para con ella lavarnos y redimirnos del pecado, para justificarnos ante el Padre celestial y finalmente para darnos vida eterna en el reino de los cielos: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. Juan 11:25.

Jesús es el creador, el dador y el sustentador de la vida; no hay otros medios para obtener la vida y si alguien dice tener vida eterna y poder compartirla con los hombres, está mintiendo y este es el anticristo, quien ya está en medio de mundo: “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo”. 2 Juan 1:7.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

 

  

Comentarios

Entradas populares de este blog

El sueño espiritual. Romanos 13:11-14

Un llamado al arrepentimiento. Hechos 17:30-31

En ningún otro hay salvación. Hechos 4:11-12