Vida eterna es.

Estuve conversando hace muchos años con un participante de una riña callejera, en la cual le cortaron un brazo a la altura del hombro con un machete y este físicamente colgaba de un trapo y parece ser que por el uso de hechicerías ya no sangraba, pero su carne a uno y otro lado del corte parecía estar secándose y él me dijo: “El hombre es como los perros, se muere el perro y se acaba la chanda”.

Texto: Juan 3:16.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

CONCLUSIONES.

El paciente de la historia iba en camino hacia el hospital, pero arrimó a una heladería a tomarse un refresco, no parecía tener mucho apuro por llegar al hospital, para ver si le podían salvar el brazo. Esa tranquilidad pasmosa que mostraba esta persona más bien reflejaba el hecho de que podía estar poseído por uno o más demonios, y que seguramente fueron ellos quienes lo incitaron a pelear y también los que lo asistieron para que no sangrara ni sintiera dolor.

La parte más desalentadora de la historia es que como este paciente hay muchas personas en el mundo, que están anestesiadas por las tinieblas, y que no creen que haya un alma y un espíritu que son eternos y que hacen parte del ser interior del hombre; por lo tanto, esta ignorancia, hace que el hombre no estime para nada su vida y que poco le importe morirse, pues según ellos aquí se acabarían todos sus problemas, como en el caso de la chanda que también muere junto con el perro.

La verdad es que Dios nos confirma en su Palabra la existencia de un ser interior compuesto de alma y de espíritu, que cohabita con el cuerpo físico: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Tesalonicenses 5:23.

Y si este mundo es pasajero y tanto el alma como el espíritu del hombre son eternos (porque no son físicos), entonces indudablemente tiene que haber un sitio en donde vamos a pasar la eternidad luego de nuestra muerte física. El siguiente texto nos permite corroborar que todo lo que hay en el mundo es temporal y que el ser interior del hombre permanece para siempre; que, para el caso de los obedientes a Dios, se constituye en una promesa de vida eterna en el reino de los cielos: “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. 1 Juan 2:17.

En Eclesiastés Dios nos confirma que puso eternidad en el corazón del hombre (y el corazón hace parte del alma): “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. Eclesiastés 3:11.

Y si el ser interior del hombre es eterno, indudablemente debemos ir a algún sitio luego de nuestra muerte física; por lo tanto, tenemos que clasificar esa eternidad en dos facetas totalmente opuestas:

1.  La eternidad en el reino de los cielos o vida eterna.

Esta es la eternidad que todos quisiéramos disfrutar, la del amor y no la del castigo, la que Dios ha puesto a nuestra disposición a través del sacrificio de su hijo Jesucristo en la cruz del calvario; con el fin de lavarnos con su sangre de nuestros pecados y hacernos justos y santos para que tengamos entrada en el reino de los cielos; solo que aquí hay un requisito y este es la fe, la cual nos conduce a arrepentirnos, a recibir a Jesucristo como salvador y a vivir en obediencia a santidad a su Palabra: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Marcos 16:16.

¿Y entonces qué significa tener vida eterna?

Vida eterna es la estadía en el reino de los cielos por una eternidad, en compañía de Dios el Padre, su hijo Jesucristo, su Santo Espíritu y todos sus ángeles; donde no habrán enfermedades, ni tristezas, ni llanto, ni dolor; en cambio estará lleno de amor, gozo, paz y comunión permanente con Dios, debido a que allá no habrá pecado ni sus terribles consecuencias; ni mucho menos habrá presencia de las tinieblas, porque nada inmundo podrá entrar al cielo y porque para ese entonces, el diablo con su ejército estará siendo atormentado en el lago de fuego y azufre, juntamente con todos aquellos que rechazaron el llamado de Jesucristo a recibirle como señor y salvador de sus vidas

2.  La eternidad en el lago de fuego y azufre o muerte segunda.

En la eternidad hay dos polos totalmente opuestos, y uno de ellos es el lago de fuego y azufre, que lo hizo Dios para castigar al diablo y sus seguidores, y también previendo que la mayoría de la humanidad no iban a aceptar el sacrificio de Jesucristo para redimir sus almas, ni mucho menos iban a creer que Cristo es el único camino que los podía llevar a la vida eterna. Aclaro que el infierno es temporal y que también será lanzado al lago de fuego y azufre.

Por estas razones hay un lugar totalmente opuesto al cielo y se llama el lago de fuego y azufre, que también es eterno, pero que contrariamente al cielo, allí las almas son atormentadas por una eternidad: “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre”. Mateo 13:41-43.

La verdad es que Dios no manda a nadie para el infierno máxime cuando Él quiere que todos los hombres se arrepientan y se salven; pero el hombre con su orgullo, su arrogancia, su vanagloria y su desprecio por Dios, entonces escoge ir a ese lugar.  Muchos dicen que aman a Dios, pero su dios es una imagen de madera, de yeso o de piedra, a la cual han encomendado la salvación de sus almas y esto aplica también para los que honran a una estatua de la virgen, aduciendo que ella es la intercesora de los hombres delante de Dios, ignorando que el único intercesor es Jesucristo y que una imagen nada es y nada puede hacer: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. 1 Timoteo 2:5.

La razón de que muchos acudan a las imágenes o ídolos, es porque estos, como no pueden hablar, entonces tampoco tienen ninguna exigencia para con el hombre; en cambio para seguir a Dios, como mínimo hay que tener fe y la mayoría de la gente, solo quiere disfrutar del mundo y al mismo tiempo tener un dios que sea cómplice de todos sus pecados y que hasta participe de ellos: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Hebreos 11:6.

¿Entonces qué es lo que debemos hacer?

El texto principal nos muestra ese maravilloso regalo de la salvación o vida eterna que ha dispuesto Dios para todos aquellos que crean en la obra redentora de Jesucristo y acudan a Él arrepentidos y le reciban como su señor y salvador: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

No es posible obtener este regalo sin buscarlo, no le va a llegar por correo postal hasta su caso, no le van a anunciar por las redes sociales que ya fue inscrito en el reino de los cielos, tampoco es posible que pague indulgencias por dicha salvación, no es posible que se lo gane por su fama, por su popularidad o por sus riquezas; tampoco es posible que alguien intervenga por usted, mucho menos un santo de la iglesia popular que está muerto; pues es necesario que usted crea y se presente delante de Jesús para que sea perdonado y justificado; y también que con su boca confiese que Jesucristo es su señor y salvador; de lo contrario seguirá perdido y con el riesgo de que muera sin haber asegurado su vida eterna: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Romanos 10:10.

Estimado hermano y amigo, no hay un sitio intermedio donde pueda ir luego de la muerte, pues el tal purgatorio es una figura de la religión popular; tampoco las almas desaparecerán, ni se quedarán en el olvido; y solo hay uno de dos destinos donde usted tendrá que ir obligatoriamente y por eso es necesario que se prepare: “E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”. Mateo 25:46.

Y confiar la vida eterna a un ídolo o a un dios de alguna religión es una tremenda equivocación, es un suicidio; pues el único que puede dar vida eterna es Jesucristo, el hijo de Jehová de los Ejércitos, el único Dios real: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Juan 3:36. Y aquí es donde muchos tropiezan, porque se creen buenos e ignoran el llamado de Jesucristo, rehusando creer en su obra redentora y garantizando de antemano la perdición eterna para sus vidas.

Muchos ya están muertos en vida, esta es la primera muerte espiritual, la que heredamos de Adán y Eva; y mientras no escuchen el evangelio de Jesucristo (la Palabra de Dios), ni se conviertan de sus malos caminos, nunca nacerán de nuevo, ni alcanzarán la vida eterna. “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.  Juan 5:24.

Solo hay garantía de salvación a través del único Dios verdadero y su hijo Jesucristo; de resto todas las doctrinas, ideologías y religiones solo conllevan a la perdición eterna: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Juan 17:3.

Es necesario, mediante el arrepentimiento y la conversión, el llegar a ser siervos del Dios altísimo, santificados mediante la sangre de Jesucristo, para que nuestro fin sea la vida eterna: “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”.  Romanos 6:22. Los que siguen indiferentes ante las advertencias de juicio que nos da Dios a través de catástrofes naturales, de guerras y de conflictos del mundo actual; estos indudablemente no van a gozar, sino más bien van a llorar su castigo eterno.

Pero si continúas viviendo para la carne con sus pasiones y deseos y desprecias la obra redentora de Jesucristo, entonces no hay otro lugar a donde usted pueda ir, fuera del lago de fuego y azufre: “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Gálatas 6:8.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

  

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